Hechos extraños sobre las películas clásicas de monstruos que dan miedo

Conocida en español como “Mancha Voraz” trata acerca de una misteriosa sustancia gelatinosa que ataca a las personas. Se inspiró en un hecho aparentemente real ocurrido en Filadelfia en 1950, cuando unos policías encontraron un componente con una textura similar. Según la versión de los uniformados, cayó del cielo y al tocarla se desvaneció dejando sus dedos pegajosos. La historia fue adaptada al cine y se estrenó ocho meses después del supuesto episodio.

Esta cinta de 1985 es una de las clásicas de vampiros preferidas por los amantes de este género. Para verse más terroríficos, los actores tuvieron que colocarse lentes de contacto especiales que solamente podían usar durante 20 minutos. Eran de un material plástico pintado a mano que resultaba muy doloroso para sus ojos. Los secaba y casi no podían ver con ellos puestos. De hecho, el protagonista Stephen Geoffreys, sufrió lesiones oculares que lo afectaron por varios meses al grabar una secuencia un poco más larga.

Debido a su bajo presupuesto, los creadores de este films se las ingeniaron para que el ataque de los zombis luciera real. Para grabar las espeluznantes escenas de los cuerpos devorados, usaron trozos de jamón asado que donó uno de los actores. Y, como se rodó en blanco y negro, simularon la sangre con salsa de chocolate.

La icónica toma donde la criatura extraterrestre sale del pecho del coprotagonista, no solamente asustó al público. Los actores también se impactaron. El director Ridley Scott la preparó en secreto para ver su reacción. De ese modo, logró captar sus rostros verdaderamente asustados al ver como se esparcía la sangre y las vísceras del torso de John Hurt. Incluso, un chorro del falso líquido le cayó en la cara a la actriz Verónica Cartwright e hizo que se desmayara.

El Alien creado por H.R Giger es uno de los que más ha hecho temblar de miedo a los espectadores. Además, hizo que la película ganara un Oscar por mejores efectos especiales. ¿Qué tenía de especial? El artista lo elaboró con plastilina, vértebras de serpientes, cámaras de aire y gelatina. Y lo más increíble es que le incorporó un cráneo humano auténtico, según reveló en 2009 a la revista Time Out.

El legendario hombre lobo que interpretó Lon Chaney Jr en 1941 fue una tortura para el actor. Transformarse en este personaje de terror clásico le costó muchas incomodidades. Además de pasar entre cuatro y seis horas en la silla de maquillaje, tuvo que colocarse prótesis de goma, pelucas y numerosos pelos reales de yaks. Deshacerse del disfraz también resultó complicado. Tardaba 45 minutos aproximadamente en quitárselo, mientras le picaba todo, se acaloraba y terminaba cansado.

Para la actriz Evelyn Ankers resultó igualmente aterrador estar en el plató de The Wolf Man. Quien la perseguía en realidad era un oso vivo, por lo que tuvo que correr bastante rápido para que no la alcanzara. Le tocó subir una escalera hasta una plataforma, donde la aguardaba un electricista que cegaba al animal con un reflector.

Aunque grabaron juntos varias películas y representaban un buen dúo en la pantalla grande, fuera de ella Evelyn Ankers y Chanley Jr. no se llevaban bien. El actor apodaba a su compañera “Shankers” y, estando vestido de hombre lobo, la molestaba acercándose silenciosamente para tocarla por detrás , Ella solía decir que él era más agradable cuando no ingería bebidas alcohólicas.

Antes de convertirse en el conde Drácula de Hollywood, el actor Bela Lugosi. había sido el príncipe de las tinieblas en Broadway. A pesar del éxito que tuvo en el teatro, el estudio cinematográfico Universal Picture, no quería que interpretara ese papel en su película. Fue gracias al director Tod Browning que pudo encarnar al famoso vampiro en el cine.

Ser el protagonista de esa película no favoreció económicamente a Bela Lugosi. La empresa cinematográfica lo contrató por 500 dólares semanales y el rodaje duró casi dos meses. De hecho, le pagó más al coprotagonista David Manners. El actor, que interpretó a Jonathan Harker, recibía 2000 dólares por semana.

Aunque encarnar al terrorífico vampiro lo volvió famoso, terminó arruinando su carrera. El actor se encasilló tanto en ese papel que nunca logró interpretar en Hollywood un personaje distinto al de villano de terror. Y en todas las películas lo asesinaban, por lo que no tuvo oportunidad de demostrar sus habilidades en otras facetas de la actuación.

Originalmente, esta película clásica de terror carecía de partitura musical. No fue sino siete décadas después de su estreno cuando se incluyó una. El compositor Philip Glass fue quien la musicalizó para las versiones de DVD. Agregó sonidos de cuerdas para acentuar la tensión y modernizar la obra.

A Jhon Landis se le ocurrió hacer la película Un hombre lobo americano en Londres, después de estar en Yugoslavia. Trabajaba como asistente de producción para Kelly's Heroes, cuando vio a un grupo de personas realizando una especie de ritual. Su intención era evitar que una persona a la que estaban enterrando se levantara de su tumba. Eso lo llevó a escribir el guión y utilizar ese mismo escenario para la filmación 12 años después.

Natan Juran dirigió el clásico de ciencia ficción “El ataque de la mujer de 50 pies”, en 1958. Una historia sobre una dama convertida en gigante que obtuvo un puntaje sumamente bajo. Eso lo hizo sentir tan mal que cambió su crédito por “Nathan Hertz”. También eliminó su verdadero nombre en la cinta “El cerebro del planeta Arous”, el mismo año.

Sin duda, Frankenstein es el mejor monstruo de la historia del cine. Boris Karloff fue quien le dio vida en la pantalla a este personaje. Aunque se lució con la interpretación, no fue invitado a la premier de la película. Tampoco lo incluyeron en los carteles promocionales. Al estudio no le pareció importante, ya que en ese entonces no era conocido por el público. No obstante, antes de aceptar ese papel había participado en casi 80 cintas cinematográficas.

“¡Está vivo!” es la línea que todos recuerdan de la película Frankenstein. Sin embargo, no es lo que se dijo en la cinta original de 1930. Al ver que el monstruo reaccionaba a los estímulos de electricidad, el científico loco hizo referencia a lo que significaba para él sentirse como Dios. Esa parte fue censurada por los guionistas a finales de la década, por considerar que podrían estar cometiendo una blasfemia.

No siempre las segundas partes son buenas y, en el caso de “La novia de Frankenstein”, Boris Karloff parecía estar de acuerdo. El intérprete del personaje ficticio, nunca quiso que hablara. Creía que el encanto del monstruo era precisamente ser una criatura inarticulada

Todo el mundo ha escuchado hablar del legendario actor británico, Boris Karloff. Pero, pocos saben que su verdadero nombre era William Henry Pratt. Cuando decidió incursionar en la industria cinematográfica se lo cambió, porque pensó que era poco atractivo. Sin embargo, legalmente siguió usando el que le pusieron sus padres.  

Resulta difícil imaginar por qué el director de esta película quería convertirla en una comedia. A Don Siegel le parecía ridículo que los personajes se tomaran en serio las plantas alienígenas, cuyas vainas se transformaban en réplicas humanas. Su propuesta fue rechazada y todavía esta cinta, estrenada en 1956, sigue asustando a los espectadores.

Bastante tuvo que esforzarse Val Lewton para producir en 1942 la película Cat People. Esta cinta de terror estaba relacionada con los gatos. Su problema no era desarrollarla como se lo encomendaron, sino enfrentarse a esos animales a los que siempre les tuvo miedo.

“Jaws'' resultó ser un verdadero éxito de taquilla. Pero, si te fijas en esta película de terror, el tiburón aparece casi al final. La razón es que el animal mecánico ideado para el film causó muchos problemas. El primer día del rodaje se hundió. Fue por ello, que el director Steve Spielberg optó por contar la historia de otra forma sin restarle suspenso.

En la novela “Tiburón”, escrita por Peter Benchley, el escualo muere de un arponazo. El cazador Quint y el oceanógrafo Hooper también pierden la vida a causa del animal. Pero la historia toma un giro diferente en la película de Steve Spielberg. El jefe de policía Brody lo hace explotar al introducir un tanque de buceo en su boca. Y Hooper se salva. Este cambio disgustó sobremanera al autor, quien tuvo que ser sacado del set por cuestionar demasiado el final.

En 1922 nació Nosferatu, una de las películas más terroríficas del cine mudo. Pero no es una obra original, sino una adaptación fílmica no autorizada de la novela de Bram Stocker, el conde Drácula. Su viuda, demandó a Prana Film por violación de derecho de autor llevándolo a la quiebra. No conforme con eso, pidió destruir todas las copias, pero algunas sobrevivieron y se consideran un clásico.

En los años 50, los cineastas también apelaron a los insectos gigantes para crear miedo. Tal es el caso de las hormigas mecánicas del legendario Dick Smith, las cuales medían 12 pies de altura. El artista contrató a un equipo de técnicos para operar estos monstruos a través de cables y poleas. Además, utilizó primeros planos para que se vieran más increíbles.

Durante la grabación de este film, el actor Ricou Browning, quien interpretó al icónico hombre anfibio, tuvo que contener la respiración por espacio de cuatro minutos cada vez que rodaban las escenas submarinas. Según comentó en 2013, no fue fácil tomando en cuenta que gastas más oxígeno cuando te mueves rápido o peleas debajo del agua.

Algo que seguramente jamás imaginaste, es que la criatura de la laguna negra se inspiró en los premios de la Academia. El director Jack Arnold, reveló en 1975 que la estatuilla del Oscar se le pareció mucho al monstruo que quería crear. Entonces, mandó a hacer un molde de goma al que le añadió branquias, aletas y escamas. Poco a poco, el disfraz tomó la forma deseada.

Dirigida por John Carpenter, esta cinta de ficción empleó numerosos trucos para lograr que todo pareciera real. Rob Bottin fue quien se encargó del maquillaje y demás efectos especiales. Pero acabó hospitalizado por agotamiento, úlcera y neumonía, debido a todo lo que implicó ese trabajo.

Estas películas tienen errores de continuidad sutiles. En “La Mano de la Momia”, el personaje interpretado por Wallace Ford se llama Babe Jenson. Y, en la secuela “La Tumba de la Momia”, se apellida Hason. Igual ocurre en tres versiones de Frankenstein. En la primera y tercera, el doctor es conocido como “Ygor”, mientras que en la segunda es “Igor”.

Claude Rains no se imaginó que lo escogerían para protagonizar El Hombre Invisible por su voz. El director Jame Whale lo escuchó mientras audicionaba para otra película, e inmediatamente lo contrató. Ya que nadie lo vería necesitaba a alguien que hablara fuerte como él.

Ha transcurrido casi un siglo desde la premier de El Hombre Invisible y continúa causando el mismo efecto en el público. Con la ayuda del experto Johm P Fulton, el director de la obra empleó técnicas sencillas, pero ingeniosas para lograr la ilusión de invisibilidad. Rains fue el último en grabar las escenas, cubierto de terciopelo negro. Además, usó medias, guantes y cascos del mismo color para parecer invisible.

En 1955 se anunció con un poster sorprendente el estreno de la película “Tarántula”. Sin embargo, la escena que se mostró de una araña gigante llevándose a una mujer entre sus colmillos, no existe en el film de Jack Arnold. Quizás, el autor del afiche, Reynold Brow la inventó inspirado en King Kong.

La adaptación cinematográfica de esta película, estrenada en 1986, contó con dos talentosos actores cómicos: Steve Martin y Bill Murray. El primero interpretó el papel del sádico dentista que hizo Jack Nicholson en la versión original de 1960. Y Murray al paciente. El director Frank Oz lo dejó improvisar siempre y cuando actuara como masoquista. 

John Lloyd Balderston trabajaba como periodista en el New York World. En 1922 le tocó cubrir para ese diario la apertura de la tumba del rey Tutankamón. Luego, se convirtió en guionista y escribió una nueva versión de “La Momia”. Recordando la experiencia vivida, ambientó la historia en Egipto y creó el personaje de la princesa Ankh-esen-amun.

Esperando recaudar un millón de dólares, la casa de subastas Sotheby’s sacó a la venta en 2018 el cartel original de “La Momia”. Ese sería el precio más valioso obtenido por una litografía. Según el experto Sam Sarowitz, fueron pocas las copias de películas de terror que sobrevivieron con el paso del tiempo, por lo que son costosas.

Boris Karloff no tuvo prácticamente descanso durante el rodaje de “La Momia”. Aparte de tener que grabar escenas hasta la madrugada, le tocó soportar un largo proceso de maquillaje para transformarse en la egipcia Imhotep. El algodón y pegamento en su rostro casi le impedían hablar. Además, tardaba dos horas en quitárselo y resultaba muy doloroso.

La actriz Elsa Lanchester, quien hizo el papel de La novia de Frankenstein en 1935, tampoco la pasó muy bien. Aunque sus escenas causaron un gran impacto, necesitó ponerse zancos para verse más alta. Llevaba atados con vendajes a sus piernas pilares de madera que le dificultaban caminar e ir al baño. Por ello, bebía poca agua.

El lugar donde se grabó la historia de Frankenstein y su novia, no era seguro. De hecho, durante el primer día de filmación, Boris Karloff sufrió un accidente. Mientras rodaba una escena en el agua, se resbaló y dislocó la cadera. Pero eso no detuvo el rodaje. Al actor le daban masajes con calor para que siguiera actuando. 

“El Exorcista” de 1973 es quizás la película más espeluznante de todas. Su director, William Friedkin, comentó que jamás había visto un film que transmitiera tanto miedo. Sin embargo, para el cineasta “The Babadook”, producida y dirigida por Jenniffer Kent, es más aterradora.

Rob Bottin hizo de todo para que “The Thing” se viera completamente realista. Lo más insólito fue contratar a una persona con los brazos amputados para hacer la perturbadora escena de la mordida en el pecho. Le colocó unas prótesis de goma, además de cera y gelatina. De esa manera, cuando el alienígena le clava los colmillos y el hombre se echa hacia atrás, se ve como si efectivamente le hubiera arrancado los miembros.

Cuando se grabó la película “The Fly”, protagonizada por Geena Davis y Jeff Goldblum, ambos actores tenían una relación sentimental en la vida real. Él tenía una forma muy particular de hablar y moverse, por lo que el director David Cronengerg optó por desconectarlos para que su interés amoroso no se viera reflejado en la pantalla.